La piel de nuestras mascotas no solo las protege del mundo exterior: también refleja su estado de salud general. Cuando algo no va bien, la piel suele ser uno de los primeros órganos en manifestarlo, ya sea a través de picor, enrojecimiento, pérdida de pelo o la aparición de heridas. Por eso, prestar atención a los cambios en la piel y el pelaje de nuestros compañeros peludos es clave para detectar problemas de forma temprana y mejorar su calidad de vida.

En este artículo repasamos los trastornos dermatológicos más frecuentes en perros y gatos, sus síntomas más comunes, causas posibles y qué hacer si notas que tu mascota se rasca más de lo normal.

Dermatitis alérgica: una causa común y molesta

Uno de los problemas dermatológicos más habituales en la clínica veterinaria es la dermatitis alérgica, que puede tener múltiples causas: alimentos, alérgenos ambientales como el polen o los ácaros, o incluso la saliva de las pulgas. Esta reacción del sistema inmunitario genera intenso picor, enrojecimiento, inflamación y lesiones por rascado.

En algunos casos, como la dermatitis atópica, los síntomas aparecen de forma crónica y estacional, afectando especialmente zonas como las axilas, ingles, cara o patas. Un diagnóstico certero y un tratamiento individualizado son fundamentales para aliviar al animal y evitar el deterioro de la piel.

Parásitos externos: pequeños invasores, grandes molestias

Pulgas, garrapatas, ácaros… Estos parásitos no solo causan molestias, sino que pueden desencadenar problemas serios. Las pulgas, por ejemplo, son responsables de la dermatitis alérgica por picadura de pulga (DAPP), una reacción muy común y extremadamente pruriginosa. Por su parte, los ácaros pueden causar sarna (como la sarna sarcóptica o demodécica), con síntomas que van desde pérdida de pelo hasta heridas graves por rascado.

El control antiparasitario constante es una de las mejores herramientas preventivas. Hoy en día existen productos muy seguros y eficaces que protegen a nuestras mascotas de forma prolongada.

Infecciones cutáneas: bacterias y hongos

Cuando la piel se ve comprometida por alergias, parásitos o heridas, puede convertirse en terreno fértil para infecciones secundarias. Las bacterias (como estafilococos) o los hongos (como la Malassezia o los dermatofitos) pueden causar otitis, piodermas, tiñas y otras afecciones que complican el cuadro clínico.

Estas infecciones se manifiestan con mal olor, secreciones, zonas húmedas, costras, cambios de color en la piel y pérdida de pelo. El tratamiento suele requerir champús medicados, antibióticos o antifúngicos según el caso, además de abordar la causa subyacente.

Problemas hormonales: desequilibrios que afectan la piel

Algunas enfermedades hormonales, como el hipotiroidismo o el síndrome de Cushing, tienen manifestaciones dermatológicas claras: pérdida simétrica de pelo, piel oscurecida o fina, infecciones recurrentes y falta de picor evidente. Estas condiciones requieren diagnóstico clínico y pruebas específicas (análisis de sangre, ecografías) para confirmar su origen y pautar tratamiento.

En muchas ocasiones, los tutores no asocian una alteración hormonal con problemas de piel. Por eso, una revisión veterinaria completa es crucial cuando hay síntomas persistentes o extraños.

Dermatitis por contacto o irritación

El contacto con productos de limpieza, plantas tóxicas, suelos tratados con químicos o incluso el uso de collares o arneses mal ajustados puede provocar reacciones irritativas o alérgicas en la piel. Estas suelen manifestarse en las zonas de contacto directo, como cuello, axilas, abdomen o patas, y pueden evolucionar rápidamente si no se elimina el agente causante.

Evitar la exposición, lavar la zona afectada y acudir al veterinario son los pasos básicos ante cualquier sospecha.

Granuloma por lamido: cuando el estrés se manifiesta en la piel

Algunos perros desarrollan un comportamiento compulsivo de lamido constante en una zona concreta, que acaba provocando una lesión profunda, difícil de curar. Este trastorno, conocido como granuloma por lamido, suele estar relacionado con factores de ansiedad, aburrimiento, dolor crónico o falta de estimulación.

El tratamiento implica abordar la causa emocional o física subyacente, además del uso de antibióticos, antiinflamatorios y barreras físicas para evitar el lamido (collares isabelinos, vendajes).

Cómo detectar un problema dermatológico a tiempo

Presta atención a señales como:

  • Picor excesivo o rascado constante.
  • Zonas sin pelo o calvas localizadas.
  • Costras, enrojecimiento, inflamación o heridas.
  • Mal olor en la piel o el pelaje.
  • Cambios en la textura o el color de la piel.
  • Lamido o mordisqueo repetitivo en zonas específicas.

Una detección precoz y un tratamiento adecuado pueden evitar que el problema se agrave y se convierta en crónico.

Diagnóstico y tratamiento: cada caso es único

Los problemas de piel pueden parecer similares a simple vista, pero sus causas son muy variadas. Por eso, hay que realizar pruebas específicas según el caso: raspados cutáneos, citologías, cultivos, análisis de sangre o pruebas de alergia, entre otras.

Solo con un diagnóstico certero es posible instaurar un tratamiento eficaz que no solo alivie los síntomas, sino que resuelva la causa real del problema. A veces será necesario combinar tratamiento tópico y oral, ajustar la dieta, controlar parásitos o incluso derivar a un dermatólogo veterinario.

La prevención es la mejor medicina

Más allá del tratamiento, la prevención es clave para mantener una piel sana. Una correcta alimentación, higiene regular, cepillado, control de parásitos y revisiones periódicas son herramientas esenciales. Además, fomentar un entorno enriquecido y evitar situaciones de estrés ayuda a prevenir alteraciones de origen emocional.

En Darbón Veterinarios, cuidamos la piel de tu mascota con un enfoque integral

En Darbón Veterinarios, comprendemos que los problemas de piel no son solo una cuestión estética, sino un reflejo del estado de salud general de tu perro o gato. Por eso abordamos cada caso con rigor, empatía y un enfoque personalizado.

Si notas que tu mascota se rasca más de lo normal, pierde pelo o presenta cualquier cambio en su piel o pelaje, no lo dejes pasar. Podemos ayudarte a identificar la causa y encontrar el tratamiento más adecuado.

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